Cementerio de Totana

Uno de los panteones que reclama especialmente la curiosidad de cuantos visitan el cementerio de Nuestra Señora del Carmen, es el de Pedro Diego Morales, situado en el lateral derecho de la entrada principal. Se trata de un pequeño mausoleo de reminiscencias orientales que llama la atención por su solidez y consistencia, en contraste con su tamaño. Trazado con un profundo sentido decorativo, que quiere romper su robustez, es obra digna de admiración. Pedro Diego Morales, personaje de importante posición económica de nuestra localidad, fue propietario, entre otras, de la casa en donde durante muchos años estuvo el estudio fotográfico de Abellán, como también de la posada de la Avenida de Lorca, conocida popularmente como la posada de Huertas. Al morir soltero dejó estos bienes, junto con un huerto, al Hospital de la Concepción.

Al lateral de la capilla se levanta el panteón del Excelentísimo señor don Ángel Aznar, general del ejército y ministro de la Guerra en el reinado de Alfonso XIII. Se trata de un panteón de sencilla estructura, pero de significativa belleza, en el que destaca la armonía del color blanco y la de sus aberturas, conformadas por arcos lobulados. En el interior se aprecia un calvario adosado al muro.

Panteón de la familia Cayuela Cánovas, edificado en 1890. En él se combinan de modo adecuado el ladrillo y la piedra, ofreciendo una estampa de elegancia, sobriedad y distinción. Los remates en piedra de los laterales en forma de roleos y la cruz que lo corona, acentúan el sentido de verticalidad de la fachada. El rosetón en piedra, horadado en su centro, combina con el recercado de la puerta de acceso, en la que la decoración ofrece un especial cuidado.

A la izquierda, panteón que, próximo a la capilla del cementerio, acoge los restos de Mariano Fontana, alcalde que fue de Totana, como también fundador y primer director del período local El Campo. A la derecha el de doña Juana Manuela Yáñez Cánovas, construido en ladrillo en 1920. En su interior alberga un altar con un sencillo y original retablo de estética neogótica.

En este panteón, mandado edificar en 1925 por don Gonzalo Cánovas, reposan los restos de este abogado y terrateniente totanero; como también los de su nieto, Gregorio Parra Cánovas, notable filósofo, pensador y escritor, hijo ilustre de nuestra ciudad. En la sobriedad del conjunto la presencia del ladrillo rompe la pesadez de los sillares de piedra que conforman el arco central y las alineaciones de los perfiles laterales. Las agujas laterales, junto con la cruz que lo corona, contrastan la reducida sensación que ofrece el protagonismo central de la fachada.

En este panteón de reminiscencias neogóticas, propiedad de las familias Fernández y Alix Martínez, se encontraba la imagen del Cristo de la Misericordia, conocido popularmente como «El Cristo de los Pobres» venerado tras la Guerra Civil en la parroquia de Santiago. Una elegante fachada coronada por dos pináculos y la cruz que remata el frontón, en tonos distintos al de conjunto, nos remiten a una obra selecta, de claridad compositiva y delicada textura. La decoración circular junto con la estética de arcos apuntados, ofrecen una agradable y atractiva visión.

A la izquierda, situado en la calle Ángel Custodio, el panteón de don Ramón Musso, alcalde de Totana en las primeras décadas del siglo XX y jefe del Partido Liberal. Este edificio conserva una elegante fachada de traza modernista. A la derecha, panteón en la calle principal en donde reposan los restos de Luis Cánovas Povo, jefe del Partido Conservador en nuestra localidad y alcalde del municipio.

En este lugar reposan los restos de don José María Munuera y Abadía, maestro, procurador e historiador. Este notable personaje nació en Mazarrón en 1838 y falleció en Totana en 1929, después de residir varias décadas en nuestra ciudad, en donde desarrolló no sólo gran parte de su actividad profesional, sino que también dedicó sus conocimientos a profundizar y dar a conocer su identidad histórica, rescatando numerosos documentos y sistematizando una amplia parcela de nuestro pasado. En el año 2000 el Ayuntamiento de Totana le rindió un homenaje, restaurando este enterramiento y editando un libro con diversas colaboraciones, a fin de reconocer su valioso trabajo.

A la izquierda, panteón de Capuchinos. La larga tradición y el hondo cariño que Totana profesa a los frailes del convento de San Buenaventura, así como la implicación y compromiso de los hijos de san Francisco con esta tierra ha hecho posible que los restos mortales de muchos de ellos reposen en este lugar. Entre ellos descansa el cadáver del padre Ángel de Novelé. A la derecha, panteón que fue de las Siervas de Jesús, actual de la familia Fernández García. El ayuntamiento cedió a estas religiosas que tenían su residencia en Totana, en la casa-comunidad en la calle Mayor Sevilla, «la parcela número 3, lindante con las Hermanas de la Caridad». Tras la marcha de las Siervas, conocidas popularmente como «Las Monjas Chicas», se autorizó su venta.

En este pequeño panteón reposan los restos del insigne poeta totanero Emilio Mora Cuartara (1846-1916), hijo predilecto de Totana. Este enterramiento fue restaurado en el año 2000, coincidiendo con el homenaje que le tributó el Ayuntamiento de Totana. El poeta Emilio Mora con su aguda capacidad creó expresivos y elocuentes poemas que recogen la realidad del momento histórico que le tocó vivir, como también los diversos modos y costumbres de su época.

Esta elegante estructura, situada en la calle Ángel Custodio, acoge el panteón de tres familias totaneras. De izquierda a derecha, la propiedad de Francisco García, en segundo lugar la de Francisco Cánovas y en tercer lugar de Francisco Pérez. En esta última descasan los restos del teniente de asalto José Pérez Redondo, muerto a los 27 años, el 6 de septiembre de 1936.

Imagen de Nuestra Señora de los Dolores, obra del escultor Anastasio Martínez Valcárcel. Donación de los frailes capuchinos del convento de nuestra ciudad al pueblo de Totana. En ella quieren expresar el sufrimiento humano ante la muerte, a la vez que reconocer el dolor de aquellas madres que han perdido un hijo, sobre todo en edad joven. Asimismo, los frailes han aportados imágenes de devoción y elementos de culto a la capilla de este cementerio.